El sol puede ser nuestro aliado o nuestro enemigo, lo que dependerá del tiempo de exposición y de los recaudos que tomemos. En primer lugar, no olvides utilizar siempre una pantalla o protector solar acorde a tu tipo de piel, la que deberás colocar al menos una media hora antes de salir al sol para que la protección comience a hacer efecto, y en todas las regiones que queden expuestas (cara, cuello, escote, brazos, etc.).
Presta especial atención a las primeras exposiciones al sol o estancias al aire libre, trata siempre de que el proceso vaya siendo gradual. En caso de que practiques deportes náuticos o en los que debas estar durante largos períodos en ambientes externos, no olvides renovar el protector solar cada dos horas.
Tu piel también debe ser hidratada de forma regular, y para ello no sólo deberás ingerir abundantes líquidos, sino también recurrir a la ayuda de cremas hidratantes adecuadas a tu tipo de piel durante el día y por las noches para hidratarla desde adentro. Antes de ir a la cama podrás reforzar con algún producto regenerador y/o con antioxidantes cuya función es la de retrasar el envejecimiento celular.
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